viernes, 1 de junio de 2012

Walt Disney. Ironman Lanzarote 2012


Ya me lo dijo alguien muy sabio, amigo mío: “Tu vida cambiará después del Ironman”. Y tenía razón, ya lo creo. Después de rozar los umbrales del sufrimiento a la vez que se disfruta de lo que se está haciendo, del esfuerzo de cada músculo, de cada alimento ingerido, de cada gota de sudor que se escapa, como si la isla te estuviera exprimiendo poco a poco, de cada mirada al horizonte, a la nada, al tremendo paisaje de belleza infinita, de cada grito de ánimo recibido, de cada sentimiento de dolor, de rabia, de fortaleza, de superación, de alegría, de ilusión, de cada cruce con un amigo, compañero de batallas inenarrables…Después de todo esto, la vida se ve de otra forma, se valora todo de forma diferente, es como si se disfrutase más de cada momento vivido, como si al cruzar la meta hubiera pasado a otra dimensión, dando un pasito más hacia descubrir el verdadero meollo de todo esto. Sin embargo, diez días después de esta aventura, me doy cuenta de que el cambio no fue al cruzar la meta. No, fue mucho antes, casi un año antes, cuando aquel veinte de junio de dos mi once di el paso definitivo y me apunté a lo que presuponía iba a ser la mayor aventura de mi vida: mi primer Ironman. Y no, no ha sido por la dureza y belleza de la prueba, si no por el camino recorrido hasta ella y por la gente que se ha ido uniendo a esta travesía. Casi sin darnos cuenta, lo que lo hace más bonito aún, hemos creado un grupo indestructible, los diez mosqueteros, uno para todos y todos para uno. El sufrimiento y la alegría de cada uno también lo es del resto, fuera y dentro del deporte. En cada entrenamiento, en cada competición, en cada viaje, hemos vivido momentos duros, otros muy duros y muchos muy bellos, muy divertidos. A todos ellos les debo todo esto, gracias compañeros, todos sabemos que esto no ha hecho nada más que empezar. Después, el resto de compañeros del club, incluida la fundadora y presidenta de honor, todos y todas poniendo su granito de arena en este proyecto. Y cómo no, la personita que se incorporó en agosto, a principios de mes, que con apenas veintiocho días de vida ya cruzó la meta conmigo en Guadalajara, donde nos miramos y quedamos para cruzarla juntos en Lanzarote, no faltó a su palabra, todo un caballero, sí señor. Lloré cuando nació y lloré el otro día cuando juntos cruzamos la meta de Puerto del Carmen. Lloraré cuando sea él quien me busque entre el público y quiera que cruce con él su primera meta de lo que sea, de la carrera que la vida le ponga por delante…
Pero nada de esto tendría sentido sin ella, sin la persona que me ha acompañado y me acompaña siempre, que me anima, me comprende, me ayuda, me aguanta, me levanta cuando me caigo, las veces que haga falta, siempre está y estará ahí, siempre Begoña…
Ya lo dijo Walt Disney: “Todos tus sueños pueden hacerse realidad, sólo tienes que tener el coraje para perseguirlos”. Y otra cosa no, pero coraje me sobra…

Aitor Pasero.

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