martes, 8 de febrero de 2011

Duatlon Cross en Cabrerizos, Salamanca...

Antes de nada intento contextualizar la carrera: 30 de enero, Duatlon Cross en Cabrerizos, Salamanca. La distancia es corta, 6kms de carrera a pie, 20 kms de bici de montaña y 3 kms de carrera. La competición empieza a las 11.00, con lo cual es una primera alegría ya que no tendré que madrugar mucho y podré desayunar tranquilamente.

Hace mucho mucho frío y cuando llegamos a acreditarnos la organización lo tiene todo bien preparado (bieeeen). Justo al lado de la salida/meta hay un puesto de chocolate con churros, lo cual, teniendo en cuenta el frío, puede ser luego una buena alternativa cuando termine la carrera (bieeen, bieeen).
Me abrigo adecuamente y caliento unos minutos antes de comenzar la prueba. Finalmente, somos 154 participantes, llenando el cupo fijado por la organización (primera vez que lo llevan a cabo) lo que supone un éxito para todos los que están detrás de estos saraos.
Empieza la carrera y empieza a nevar L. Como es Cross la mayor parte del recorrido es por caminos de tierra y pistas, lo cual no favorece mucho a los que estamos dentro pero supongo que sí a los que están viéndolo fuera. El primer tramo consiste en dos vueltas a un recorrido de tres kilómetros por el pueblo y alrededores. Empiezo a correr y nada más empezar bajamos una cuesta con una pendiente bastante pronunciada, donde no tenemos más opciones que ir frenando. Odio las cuestas abajo en las carreras porque sé que luego las tengo que subir. Según voy bajando sigo refunfuñando y comentando con otro corredor el frío que hace….
El primer segmento de carrera a pie me fue bastante regular, no me encontré cómodo en ninguna de las dos vueltas y creo que lo podía haber hecho bastante mejor. Más o menos, tengo la mitad delante y la mitad detrás. Hago la primera transición y cojo la bici.
Entre la transición y el primer kilómetro de la bici, hasta que salimos del pueblo, me pasan unos cuantos. Sigue nevando y con mucho frío (grrrrrr). Al terminar ese primer kilómetro, empieza lo bueno, una subida bastante larga por caminos llenos de barro, cuesta mover la bici muchísimo e intento buscar el trazado más seco, pero no doy con él. Después de esa cuesta viene un repecho de 1 km que nos pone a todo en fila de a uno. En ese momento me pregunto que qué se me ha perdido allí, si acaso voy a encontrar monedas acuñadas por Alejandro Magno entre tanto barrizal.
Tras las graciosas rampas, viene un llano (con barro pero llano) que alivia un poquitin las piernas. El último kilómetro y medio es una bajada técnica por sendero. Como muy técnico no soy, intento seguir la rueda de otro compañero…. hasta que se cae y me caigo con él. A partir de ahí, decido que las tortas que me dé, que me sirvan para aprender yo solo.
Termino la primera vuelta bastante tocado pero, una vez que conozco el recorrido, empiezo a sentirme un poco mejor. La segunda vuelta mejor que la primera y la tercera vuelta, mejor que la segunda. Sigo sufriendo pero más alegre. Cada vez que pasamos por la meta, veo a mi mujer que me da ánimos y me sube mucho la moral. Es curioso como la simple presencia de determinadas personas puede hacer que se mejore el rendimiento.
La última transición (bici-carrera) me sabe a gloria. Tengo barro por todo el cuerpo e intento quitarme el casco pero no puedo porque no tengo sensibilidad en los dedos por el frío. Le digo a la chica de la Organización que me eche una mano, pero me dice que no puede (lo dice con cara de pena). Finalmente, me lo quito sin desabrochar y me pongo a correr. Como voy de menos a más, no sufro mucho, paso a algunos corredores y finalmente llego a meta (creo que el 74º).
Después de la carrera, no tengo ganas ni del chocolate con churros. Eso sí, cuando termino de ducharme, ya estoy pensando cuando me inscribiré el año que viene……

Rafa Villa

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